martes, 8 de enero de 2019
Día 5: Carnaval a lo yanqui
(Martes 1 de enero - 17.14 km) Como era de esperar, no salimos a las ocho de la mañana como teníamos programado, sino que después de desayunar, salimos pasadas las 10 de la mañana hacia Filadelfia.
Llegamos al mediodía, dejamos el coche en un estacionamiento del Barrio Chino y caminamos hasta el City Hall, donde comenzaba el recorrido de las “comparsas” por el “Mummers Parade”.
El “Mummers Parade” es el festival folklórico más antiguo de los Estados Unidos y se celebra cada Año Nuevo en Filadelfia. Clubes y asociaciones locales compiten en una de cuatro categorías (Cómics, Fantasías, Bandas de cuerdas y Brigadas de Fantasía) con trajes, coreografías y escenarios movibles. Sin dudas es algo interesantísimo para ver, como los corsos de Avenida de Mayo, las comparsas de Corrientes y las escolas do samba de Río.
Almorzamos de parado unos increíbles dumplings en el Barrio Chino y salimos para Washington.
La ciudad capital nos recibió con la peor de las noticias. Debido al shutdown del gobierno porque el Congreso no le había aprobado el presupuesto 2019 a Trump, todos los museos nacionales estaban cerrados, incluido, por supuesto, el Smithsoniano, que era la principal atracción que queríamos conocer en Washington.
Un poco cabizbajos, dejamos el coche en el hotel y salimos a caminar por el atardecer de Washington. Frente a la Casa Blanca encontramos una pequeña manifestación en contra de Trump, no mayor que las que logramos reunir en Madryn contra Macri.
De ahí fuimos al decepcionante Árbol de Navidad Nacional, detrás de la Casa Blanca (decepcionante porque me lo imaginaba mucho más grande, pero en sí es bastante bonito, rodeado de pequeños arbolitos que representaban a cada estado y con varios trenes eléctricos que giraban contorneándolo.
Seguimos la caminata hasta el Memorial de Lincoln, la imponente estatua del ex presidente, sentado mirando hacia el obelisco de Washington, que se reflejaba maravillosamente en la inmensa pileta que los separa. Definitivamente los estadounidenses saben cómo construir patriotismo a través de estas monumentales edificaciones.
Subimos por la 23 buscando un lugar para cenar, pero esta gente cena muy temprano, además, Washington es una ciudad administrativa y estudiantil, un primero de enero, a las diez de la noche, está todo cerrado. Así que terminamos comiendo en un Mc Donalds y pidiendo por favor un Uber para que nos acercara las diez cuadras que nos quedaban al hotel, el Washington Plaza, porque no nos daban más los pies.
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