sábado, 5 de enero de 2019

Día 8: De Rocky al jazz neoyorquino


(Viernes 4 de enero - 17.90 km) Era nuestro último día con Francisco, antes de devolverlo a los abuelos y nosotros viajar a Boston, así que nos levantamos temprano para recorrer la zona histórica de Filadelfia.


Pero, ¿adivinen qué?, exactamente, por el shutdown estaba todo cerrado. Así que dejamos el coche en un estacionamiento del centro, vimos la Campana de la Libertad desde lejos y por una ventana y después salimos a caminar por ahí.


  

Encontramos un callejón maravilloso, el Elfreth's Alley, una calle histórica que data de 1702, la casa de Betsy Ross, la que cosió la primera bandera estadounidense, que tiene varios gatitos de bronce, paseamos por el Independence Hall y fuimos a almorzar al Reading Terminal Market, donde comimos un pato laqueado riquísimo (Francisco no opinó lo mismo).

 

 

 

 

 

 


Pero antes de irnos de Philly, pasamos por el mural en la Parkway Broad y Spring Garden, hermoso trabajo (Filadelfia está llena de murales).

 



Y ya nos volvimos a Nueva York, dejé a Caro y Fran en el hotel Holliday Inn Chelsea para que dejaran las valijas y después caminaran hasta el Courtyard para encontrarse con mis padres y yo manejé hasta el aeropuerto de Newark para devolver el coche. Volví solo en el tren y después nos encontramos todos para ir a cenar con mis padres a Dallas BBQ de Times Square.
Después de cenar nos encontramos con Sabrina, Andrea y Sofía, quienes acompañaron a mi mamá y a Francisco al hotel, mientras Caro, yo y mi papá nos fuimos caminando hacia el Central Park, porque a las doce de la noche teníamos reservaciones para ver el espectáculo de jazz de Johnny O’Neal en el Smoke del Upper West Side, muy cerca de Harlem.
El show estuvo increíble, si bien es un trío con piano, contrabajo y batería, durante la noche fueron subiendo diferentes músicos para acompañar al trío base.
Eso sí, consejo, si van pidan cerveza o vino, porque como es sin entrada, pero con consumición obligatoria, los tragos dejan mucho que desear.


 

Nos despedimos de mi papá en el subte, cuando él se bajó para volver al hotel y nosotros seguimos hasta la Penn Station, para tomar el tren nocturno a Boston. El cual salió, más que puntual, a las 2:40 de la mañana.

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