miércoles, 2 de enero de 2019

Día 11: Se acabó lo que se daba


(Lunes 7 de enero - 15.38 km) Este era nuestro último día en Nueva York, y quisimos hacer algo que nunca habíamos hecho, caminar por el Riverside Park, a la altura del Central Park, junto al río Hudson.


Pero antes, aunque sea unas cuadras, caminamos por el Central Park.

 

El Riverside Park es definitivamente un muy lindo parque, con unas vistas fantásticas a Jersey City y al puente Washington. Lástima la cantidad de pinos cortados para Navidad y tirados como basura días después, exponente sin parangón del afán de consumo.

 


 


Volviendo a buscar un subte nos cruzamos con el local de Zabar’s. Nunca habíamos entrado, inexplicablemente. Tienen un slogan que dice “Zabar is New York, New York is Zabar”, y algo de razón tienen, es increíble ese lugar, el sector de quesos es más grande que un cine, el de vinos es maravilloso, o sea, si los pinos es lo malo del afán de consumo, Zabar es la gloria.


Cuando finalmente pudimos salir de ahí, nos tomamos un subte hacia el Ground Zero, porque la última vez que habíamos estado con los chicos en Nueva York aún no habían terminado de reconstruir la zona.


Paseamos por el memorial y terminamos comiendo, como era de esperar, en el Winter Garden, que ya no se llama así, porque quedó dentro de un conglomerado de edificios que se interconectan entre ellos por pasillos vidriados.


 

 

 

Y ya se estaba haciendo la hora de volver. Regresamos al hotel, le dimos una última acomodada a las valijas (maldito el momento en que se me ocurrió hacerlo, porque en ese revoleo perdí mi Kindle) y encaramos la calle con las cinco valijas hacia la Penn Station, para tomar el tren hacia el aeropuerto de Newark.

 



Y el resto es historia, llegamos al tren justo antes de que partiera, el avión salió puntual, llegamos en horario a Ezeiza, nos encontramos con Fabi para darle el whisky que le conseguimos en el freeshop de Newark, Cristian nos vino a buscar justo a tiempo y llegamos a la casa de Cristina para almorzar con Francisco que nos estaba esperando.
A la tarde, Cristian nos llevó a Aeroparque y de ahí, Aerolíneas a Trelew, y derecho a casa, a hacer dieta.

Pero para terminar nos quedamos con una foto, que sacamos en el subte de Nueva York, entraron cansados de la mano y se durmieron abrazados, así como nos imaginamos a nosotros mismos dentro de muchos años, viajando juntos, viviendo así.



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